El padre acusado de violar y grabar abusos sexuales con dos niñas en Gran Canaria confiesa e involucra a su pareja

La Fiscalía solicitaba inicialmente 42 años de cárcel para cada acusado, pero redujo la petición de condena para él a 36 años, al reconocerle la atenuante de confesión El padre acusado de violar y grabar abusos sexuales con dos niñas en Gran Canaria confiesa e involucra a su pareja

Reconoció haber abusado sexualmente y de forma continuada de su propia hija y, además en complicidad con su pareja sentimental, hizo lo mismo con la hija de ésta. Dos niñas que tenían cuatro años en la fecha de los hechos, con la circunstancia agravante de que este individuo grababa todos los actos sexuales que cometía, junto con la otra acusada, sobre las menores.

Unos hechos atroces que fueron juzgados este jueves ante la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas y que, según los responsables de Delitos Tecnológicos de la Policía Nacional, nunca antes habían visto algo similar: «Llevo 23 años en la policía y como esto no he visto nada igual. Lo que vimos hacer a la niña de cuatro años y que era ayudada por una mujer a hacer felaciones y a la que enseñaba a realizar masturbaciones… Jamás hemos visto abusos en los que interviniesen mujeres y en los vídeos se apreciaba que ella participaba activamente y era plenamente consciente que estaba siendo grabada», declararon.

Durante el juicio, la acusada –defendida por el letrado Juan Rafael Martín Hernández– también reconoció haber tomado parte en prácticas sexuales con las dos menores, pero matizó que lo hizo obligada por su entonces novio, con amenazas y bajo de los efectos de «una bebida azul» que alegó les daba el procesado a ella y a su hija y les anulaba su voluntad.

El fiscal José Antonio Díez solicitaba inicialmente en este procedimiento 42 años de cárcel para cada uno de los dos acusados, pero al final de la vista oral ha rebajado la petición de condena para él a 36 años, al concederle, en parte, el beneficio de la atenuante de confesión, petición a la que se adhirieros los letrados de la acusación particular Miguel La Chica, Francisco Javier Travieso y Jessica Camarda.

Los hechos objeto de acusación se remontan al periodo comprendido entre octubre de 2019 y junio de 2022 en Gran Canaria. El acusado obligaba de forma continua y sistemática a su propia hija de cuatro años a realizarle masturbaciones y felaciones en su casa y en el negocio informático que regentaba. Además, cuando inició una relación sentimental con la procesada, consiguió que ella accediera a las mismas prácticas y que incluso llevara a su niña, también de cuatro años, a la tienda donde también le enseñó dichas prácticas sexuales para que se las realizara al acusado.

El mismo, grabó todas estos ataques a la indemnidad sexual de las menores y guardó los archivos en su domicilio.

Al realizar la entrada y registro la Policía Nacional, tanto en su casa como en su negocio, encontraron material audiovisual propiedad de este hombre similar de otros menores que no han sido identificados, en concreto más de 200 archivos. Estas imágenes fueron halladas en dos teléfonos móviles, en tres discos duros y una memoria USB.

No lo quiere ver «ni en broma»

La hija del acusado declaró en la prueba preconstituida visionada en sala que no quería ver «a su padre ni en broma» y que fueron «más de cien veces» en las que se vio obligada a hacer felaciones y masturbaciones, actos que hizo hasta que cumplió los ocho años, que las grababa con su móvil y sacaba fotos.

La menor ha indicado que los hechos ocurrían en su casa y que en una ocasión sucedieron en el local del trabajo de padre, con la acusada y su hija, cuya declaración en el juzgado también se ha reproducido y en ella la segunda niña niega haber «bebido nunca un líquido azul».

El procesado, que ha perdido perdón a las víctimas por los «hechos aberrantes» que reconoce que cometió, ha revelado que ha intentado quitarse la vida y ha rechazado haber drogado a la procesada.

Por su parte, la procesada ha reconocido las fotografías pornográficas en las que figura junto a su hija, pero ha manifestado al Tribunal que el procesado les daba un «líquido azul como un zumo» y que por eso se la ve tan relajada y que, en ocasiones, si no lo hacía le amenazaba con quitarle la custodia de la menor.

Según la versión de la acusada, solo en una ocasión participaron en un mismo encuentro sexual los cuatro (su pareja y las dos niñas) y que les introdujo a ella y a su hija en esas prácticas como una supuesta terapia ante el miedo que tenía la menor a los hombres, por haber sufrido malos tratos de su padre.

Los hechos que se juzgan en este caso fueron denunciados por la madre de la hija del acusado, después de que esta le contara lo que le hacía su padre y porque el propio acusado se presentó en la Policía Nacional con una memoria USB con imágenes pornográficas que decía que formaban parte de «un trabajo de lucha contra la pedofilia».

El entonces jefe del Grupo de Delitos Tecnológicos ha dicho que en los vídeos no se aprecia que la voz de la acusada estuviera alterada por el consumo de drogas y se escucha cómo explica a su hija lo que tiene que hacer.

Una de las policías que analizó las imágenes ha declarado que en sus 23 años de profesión «nunca había visto nada igual»: a una madre enseñando a su hija de 4 años prácticas sexuales y haciéndole «participar de lo que parecía un juego».

Las forenses han declarado que no han hallado alteraciones en el acusado que mermen su capacidad de entender los hechos que se les imputan y que la procesada que «simula que es una especie de víctima».

En el caso de la procesada, han señalado también que, por sus declaraciones y su «nítido» relato y explicaciones, no aprecian la presencia de elementos químicos.

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